miércoles, 1 de agosto de 2012

CAPRILES Y LAS MUJERES

o una rara combinación


"La más tonta de las mujeres puede manejar a un hombre inteligente, pero es necesario que una mujer sea muy hábil para manejar a un imbécil."
-Rudyard Kipling-






Por: José Sant Roz

Los asesores de Capriles le han exigido que se muestre en sus discursos más anecdótico, algo chistoso, que de vez en cuando se le salga una grosería, que busque a todo trance ser simpático y algo picante en sus comentarios.

Pero el tipo no tiene absolutamente nada en los nísperos.

Le están pidiendo desesperadamente sus asesores que le eche flores a las mujeres porque se le ve muy neutro, muy asexuado. Que les eche piropos, que les dé besitos y hasta apurruñe a algunas; que diga que con ellas se va al paraíso.

El otro día le dieron un cursito rápido de salsa para que de vez en cuando sacara a bailar a alguna, pero los movimientos que logró, sudando la chicha gorda, fueron harto ridículos, y lo descartaron.

El otro día se reunió con sus asesores y como uno de ellos le dijera que le faltaba chispa en su relación con ellas, Capriles le contestó: “-Mire, usted está un poco equivocado: las mujeres los prefieren bobos”.

Claro, como a mí me gustan las mujeres me es difícil emitir juicios desde la posición de las mujeres, pero la verdad es que yo no puedo concebir cómo a una mujer sana, moralmente equilibrada, le puede llegar a gustar soberano guiñapo.

Pero es que a leguas se ve que Capriles es impotente, y no puede hacer nada aparentar otra cosa. Ese mamucheo y esa soflama con la jeta; esa vocecita casi de adolescente, ese candungueo con las palabras que no dice nada, que no es ni chicha ni limonada. Ambiguo, fofo, voluble, frío, seco, ambivalente.

En un discurso quiso dárselas de listo y comenzó con su típico guabineo meloso diciendo que a él lo van a hacer presidente las mujeres. Entonces contó una historia ridiculísima, refiriendo que en Monagas una mujer casada salió a recibirlo con mucho afecto. La mujer le dijo que contara con su voto, y que entonces él se movía con mucho cuidado, cautela y delicadeza porque por ahí cerca se encontraba el marido. Luego Capriles se le acercó al oído y le preguntó a la dama: “¿Y tú marido, por quién va a votar tu marido?”; y la mujer le respondió que no se preocupara que de eso se encargaba ella. Huy, coño que ingenio, tan arrecho el de este mamarracho.

Ese fue el tremendo discurso que lanzó este personaje tan cacaseno, tan guiñapo y asexuado.

¡Esas no son cosas, Capriles, que se puedan comprar en la botica¡

LO QUE NATURA NON DA, SALAMANCA NON PRESTA.

Sacúdete.