viernes, 8 de octubre de 2010

CUANDO SE PREMIA LA TRAICIÓN

o un Nobel para un vendido…


"Muchos de ellos, por complacer a tiranos, por un puñado de monedas, o por cohecho o soborno están traicionando y derramando la sangre de sus hermanos."
Emiliano Zapata



Hoy recibo -desde Alemania- una carta de un gran artista y amigo, no pensaba escribir sobre este tema, ya que siempre he considerado que al jugar con porquería se corre el riesgo de cundirse –como dicen los llaneros venezolanos-

No hay nada que dé más asco que los traidores, y si bien para algunos la traición es bien recibida, el traidor -a todos- produce repulsa. Y éste es el caso de Mario Vargas Llosa, buen escritor -pero apátrida y traidor- quién hoy es premiado, galardón recibido no por su arte, sino por la traición a sus ideales y a la tierra que lo vio nacer.


Logró lo que quería, y como buen traidor antepone la fama fugaz y el dinero a la gloria... Ya tiene su Nobel, más nunca logrará el respeto.

Si es verdadero que los cadáveres se revuelcan en sus tumbas, hoy Túpac Amaru, el Che, Neruda, Saramago y Allende -junto con otros miles- lo deben estar haciendo. Cuando se observa cómo se premia, hoy en día, a un apóstata solo llega al alma una profunda tristeza.

Triste espectáculo le damos a esta generación la cual se levantará con este tipo de anti-valores…

No sigo, realmente siento nauseas con este tema, dejo a ustedes la misiva de Jorge Aravena Llanca, quien expresa mejor que yo, el sentimiento de una frustración que todos sentimos.

JotaDobleVe


Carta de Jorge Aravena Llanca:



El guitarrista del premio Nóbel.

Querida familia y amigos.

Fui testigo cuando, Mario Vargas Llosa, este nuevo premio Nobel era comunista, revolucionario, amante y defensor de los pobres y, alabancioso del progreso de la humanidad en manos de mentes despojadas de religiones y ataduras ancestrales del liberalismo.


La foto que les mando y que apareció ayer en el diario
El País de España, por sí sola, no dice nada.

Las conversaciones, que en esa etapa tuvimos entre ambos, fueron las que aclaran, ahora, la sorpresa y perplejidad de ver a un hombre acercarse a las monarquías, inclinarse ante ellas como un yanacona, para recibir dólares y premios ignominiosos con "olor a pólvora" como dijo el más honrado y sincero escritor de todos los tiempos Jorge Luis Borges, que no quiso recibir el premio y prefirió, no importa de manos de quién –fue de Pinochet–, la "espada de la libertad a un premio con olor a pólvora".



Este premio tiene algo más pesado y abrumador que la medalla y los dólares que se reciben, es del fabricante de armas, de la dinamita, de la nitroglicerina, de las armas modernas actuales, todo gracias a las patentes del nefasto genio de Nobel, que para exculparse, creo el premio a la Paz, que lo aceptó el año pasado el que recibió un siniestro mandato: la ejecución y la exterminación de Irak para robarles el petróleo. El moreno elegido presidente de EEUU, para desprestigiar, con esta estrategia, a los hombres negros.

¿Se puede uno imaginar perfidia mayor, numerosa, repetida y nefasta?, ¡Imposible! Sólo las mentes privilegiadas de la maldad son capaces de urdir estas estrategias para encausar el bienestar de la humanidad, hacia su demoledor molino.


Y este ganador del Nobel, sonríe, felicita y agradece a quienes le otorgaron la infamia de recibir el dinero con que se gana en las guerras, el exterminio, el dolor y la desgracia humana del militarismo, la insaciable sed de los bancos, y la crueldad con sonrisa y gorra de militares. Y, perdón, de los que le hacen publicidad a sus libros.

Qué triste es decir todo esto! Muchos de mis amigos, igual que yo, son viejos a punto de morir, ya sin ningún atisbo de juventud, no quiero que se vayan al infierno a convertirse en un eterno asado al espiedo, que nadie, además, se va a comer. Espero, que estos viejos como yo piensen, sacándose las manos de los bolsillos donde tienen las manos apretándose algo que impide respirar. Espero que no estén secos y aun razonen. Aunque duela.


Les juro, que cuando me tomaron esa foto, Mario Vargas Llosa era comunista, un revolucionario completo y prometedor de mejores glorias. Caramba! Lo admirábamos!

No tengo culpa que se me utilice para presentar una imagen, diametral de criterio, junto a otro comunista, pero sincero de verdad y por siempre, como fue Pablo Neruda que, cuando se enteró del genocidio de Stalin, tragó saliva, guardó silencio y se retiró a beberse una botella entera de Whisky. Se metió el dedo en una de sus úlceras, que se le gangrenó porque ese dedo se lo había metido en un lugar indebido –en la nariz digamos–, y volvió a morir a su país bajo del régimen militar que, ese premio que había recibido por los que otorgan el Nobel, había auspiciado, armado e incitado. La misma "Fundación" de los fabricantes de armas en beneficio de la "Paz". ¡Tamaña contradicción!

Qué más. Me callo mejor.

Perdonen. No he querido ofender a nadie de los que son mis amigos. De todo lo que vean y escuchen de mí, no soy culpable. Lo digo con dos vasos de vino adentro, de un excelente vino argentino que arremete y emborracha con un ritmo gardeliano de imparable energía. Por lo menos aun tenemos vino en esta vida. Por lo menos, también, el tango de Carlitos, que aun no ha terminado para mí.

Un saludo atolondrado.

Vuestro,


Jorge Aravena Llanca.

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